Haití se encuentra actualmente sumido en una violencia insoportable bajo el dominio de bandas armadas.
El Estado, lejos de proteger a sus ciudadanos, colabora con esta barbarie, traicionando a su pueblo.
La brutal represión de las manifestaciones pacíficas del 16 de abril de 2024 revela la complicidad de un régimen que antepone sus propios intereses a los derechos fundamentales.
Las élites políticas, silenciosas y corruptas, también son cómplices de esta opresión, mientras aumentan las masacres y los secuestros.
Sin embargo, la historia nos enseña que la tiranía no puede perdurar frente a un pueblo unido.
El pueblo haitiano debe levantarse, exigir justicia y dignidad, y transformar su indignación en acción.
Recurriendo a su herencia de lucha, Haití puede esperar renacer.
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