La reciente denuncia presentada por Fabrice Rouzier contra Joe Dwèt File y Tonton Bicha por violación de los derechos de autor ha reavivado un debate esencial sobre la propiedad intelectual en el mundo de la música haitiana. Rouzier, como intérprete de la canción «Je Vais», no hace más que sumarse a una tradición de interpretación que forma parte integrante de nuestra cultura musical. Pero, ¿qué derecho tiene a reclamar la exclusividad sobre una obra que, a primera vista, pertenece a un patrimonio colectivo que nos legaron Les Frères Dodo?
Es innegable que Rouzier ha aportado su toque personal a esta emblemática canción, pero esta interpretación no quita en absoluto el derecho de otros artistas a hacer lo mismo. Este comportamiento, que parece derivar de unos celos profundamente arraigados, plantea interrogantes sobre la forma en que determinados artistas se posicionan en el panorama musical haitiano. Rouzier, al actuar así, forma parte de una línea de magnates que, al tiempo que controlan gran parte de la riqueza económica del país, pretenden monopolizar la creación artística. ¿Por qué un artista como Rouzier, que él mismo admitió en una entrevista que su versión no era más que una interpretación, se permite cabrear a Joe Dwèt File?
El temor a que la versión de Joe Dwèt File pueda ganar un premio Grammy, o simplemente el éxito comercial a través de las plataformas de streaming, podrían estar detrás de este movimiento.
La música, por su propia naturaleza, evoluciona mediante el intercambio y la reinterpretación. Si cada artista tuviera que emprender acciones legales cada vez que una pieza le recordara a la suya, todo el proceso creativo se vería en peligro.
Es preocupante ver que esta búsqueda de reconocimiento parece estar motivada más por intereses económicos que por un auténtico deseo de defender el arte. Las demandas por daños y perjuicios y los honorarios de los abogados atestiguan el deseo de monetizar una cultura y hacer pagar a quienes se atreven a inspirarse en ella.
Ver también: Acusaciones de plagio: Fabrice Rouzier demanda a Burna Boy, Joé Dwèt Filé y Tonton Bicha
Proteger los derechos de los artistas es esencial, pero es igualmente crucial reconocer que la música debe seguir siendo un espacio para compartir, interpretar e intercambiar.
En lugar de reclamar la propiedad de un patrimonio común, Rouzier debería fomentar la creatividad de sus compañeros, como hizo en su entrevista con Guy Wewe.
Uniendo fuerzas en lugar de enfrentándose, los artistas haitianos no sólo podrían enriquecer su propio patrimonio musical, sino también promover una cultura en la que se valore la colaboración por encima de los celos.
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