Han estado sucediendo cosas raras en el escenario cuando Nu Look ha estado actuando, durante un tiempo. Las personas cuya fama es inversamente proporcional a una contribución real en el negocio, están invitadas a soltar peroratas. Los fanáticos inteligentes están verdes de rabia. El espectáculo más reciente de mal gusto fue en el Bentley Club de Brooklyn el día de Acción de Gracias.
Era un tándem Zin-Nu Look. La banda de Alan Cavé, tras varios años sabáticos, se unió a sus fans para un encuentro XXL.
Es costumbre ver a personalidades convocadas en el escenario en los bailes, antes o durante las actuaciones grupales. Pero la deriva está muy cerca, ya que a cualquier individuo ilustre ahora se le permite escalar el espacio reservado para los miembros del grupo. Nos impone su delirio, con diferentes pretextos.
Lo más vergonzoso y lamentable del balón fue sin duda el caso cuando estos dos hombres, sin talento conocido, utilizaron el podio durante el tiempo asignado a Nu Look, para hacer comentarios degradantes contra un grupo rival. Frente a varios cientos, si no miles de espectadores, en la sala y en las redes sociales, Arly Larivière y sus hombres profanaron el legado de los Compas.
No es la primera vez que el hijo del mítico Daniel Larivière ofrece momentos de gran tontería a los fans que se acercan a escuchar sus exitosas composiciones. Entre esos momentos vergonzosos se encuentran las actuaciones de una pseudo cantante, famosa más por su atractivo sexual y su negocio que por sus canciones a dos manos. Limita con la falta de respeto. Es una indecencia.
¿Es esta una nueva forma de hacer el “espectáculo”? ¿Cuál es el valor agregado de estas propuestas en el mercado musical haitiano? ¿Desde cuándo (hasta cuándo) se ha convertido en un enfoque de pago? Y precisamente en el caso de Nu Look, podemos preguntarnos “¿De quién es la culpa?”.
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