La situación política en Haití está marcada por la fragilidad del Primer Ministro Alix Didier Fils-Aimé, cuya gestión de la crisis de seguridad genera críticas crecientes.
Con su salida aparentemente inminente, figuras influyentes del sector privado están emergiendo para desempeñar un papel clave en la reconfiguración política.
Históricamente percibidos como hacedores de reyes, estos barones buscan proteger sus intereses frente a una inestabilidad creciente que amenaza al país.
El Consejo Presidencial de Transición (CPT) es criticado por su falta de liderazgo, y los actores económicos se preparan para influir en la elección del próximo gobierno.
Esto plantea interrogantes sobre la legitimidad de un poder que podría repetir los errores del pasado.
La sociedad civil debe mantenerse vigilante, exigiendo transparencia y responsabilidad para garantizar una gobernanza verdaderamente democrática al servicio del bien común
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