El grito del corazón de Kesnol Lamour, lanzado en su página de Facebook, retrata un fútbol haitiano asfixiado. La responsabilidad de los dirigentes es abrumadora.
El reemplazo de Dadou por un comité de normalización de la FIFA, en lugar de ser una oportunidad para una reforma valiente por parte de los actores locales, ha perpetuado la parálisis.
Elecciones pospuestas, un comité no elegido, clubes ignorados: el sistema navega a ciegas, cómodo en su inacción, obediente a la FIFA pero sordo a las necesidades del país.
El desperdicio es profundo.
Talentos de clase mundial como Belgrade envían fuertes señales de pertenencia, pero ¿son escuchados? La selección nacional, en lugar de ser un escaparate meritocrático, parece reservada para un “clan” de jugadores de menor nivel protegidos, marginando a los competidores serios.
Entrenadores de calidad como Gonçalves, que triunfan en el extranjero con nuestras jugadoras, son expulsados por nuestro desprecio.
Esta “normalización” reproduce los defectos de la política haitiana: ilegítima, ineficaz, frustrante.
Sus miembros, escudándose en su estatus interino y la falta de recursos, se desentienden de toda ambición. Su única acción urgente debe ser organizar elecciones creíbles y dar un paso atrás, dejando espacio para un comité ejecutivo legítimo, elegido por y para el fútbol haitiano.
El potencial está ahí, los jugadores también. Como dice Kesnol Lamour, «peyi a p ap janm rete konsa» (el país no se quedará así para siempre). Liberemos el fútbol de sus sepultureros de traje.
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