Debemos destacar las oportunidades que Haití ha desaprovechado para celebrar momentos cruciales de la historia, en particular el bicentenario de su independencia en 2004 y el del decreto impuesto por el rey Carlos X.
La Ordenanza del 17 de abril de 1825 obligó a Haití a pagar una deuda exorbitante a cambio de un tardío reconocimiento de su independencia.
A pesar de la importancia de estos dos aniversarios, el país no se ha movilizado para exigir justicia y reparación ante la injusticia histórica.
En 2004, la falta de unidad y movilización transformó esta conmemoración en un símbolo de desunión.
Hoy, cuando se acerca el 17 de abril de 2025, no hay prevista ninguna actividad oficial. Por lo tanto, hacemos un llamamiento colectivo para despertarnos.
También debemos denunciar que Francia sigue sin pedir perdón ni devolver las cantidades adeudadas, a pesar de que el reconocimiento de esta deuda es esencial para la dignidad y la justicia de las generaciones futuras.
Haití no debe repetir los errores del pasado.
Debemos unirnos para exigir una disculpa oficial y reparaciones, y para reconciliar al país con su historia.
La lucha por la dignidad y la justicia es un imperativo moral.
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