Desde su toma de posesión el 7 de marzo de 2025 como jefe del Conseil présidentiel de transition (CPT), Fritz Alphonse Jean ha heredado un país al borde del colapso. Casi dos meses después, Haití sigue sumido en una crisis multidimensional: bandas omnipotentes, un Estado fantasma y una población sin sangre.
¿La llegada de Fritz Alphonse Jean ha dado falsas esperanzas a la CPT? Si no es la insignificancia de Edgard Leblanc o el tímido dinamismo de Leslie Voltaire, con Fritz Jean es el inmovilismo improductivo y perezoso.
La sospechosa clase política duda de su capacidad para romper con la astucia autodestructiva y la impotencia crónica de sus líderes.
Las iniciativas anunciadas – «rectificación del presupuesto de guerra», reactivación de las fuerzas armadas- son difíciles de convencer. Percibidas como mero escaparate, recuerdan a las medidas del pasado, que a menudo se han desviado en favor de planteamientos represivos o clientelistas.
Es palpable el temor a una militarización contraproducente en un país marcado por décadas de violencia patrocinada por el Estado. La cohesión que debe crearse en el seno del CPT no parece haber encontrado aún el liderazgo deseado. La falta de consenso en el seno de la institución presidencial, las rivalidades políticas y la urgente necesidad de seguridad dificultan cualquier avance.
Sin un plan claro ni transparencia, los planes del Sr. Jean corren el riesgo de alimentar la desconfianza en lugar de la estabilidad. Los llamamientos a la unidad suenan huecos sin acciones tangibles: desarmar a las bandas, restablecer los servicios esenciales e impulsar una reforma institucional integradora.
Mientras tanto, la población ya no vive de discursos, sino de violencia y hambre.
A Fritz Alphonse Jean le quedan tres meses y unos días para cambiar las cosas. ¿Estará a la altura del reto nacional que supone romper radicalmente con el pasado: tranquilizar al sector político, dar prioridad al diálogo con la sociedad civil, garantizar la independencia de las medidas de seguridad y demostrar una integridad a toda prueba?
La historia haitiana es cruel cuando se trata de transiciones, pero cada fracaso es un recordatorio de la urgente necesidad de triunfar.
Fritz Jean debe elegir: encarnar un cambio audaz o añadir su nombre a la lista de promesas incumplidas. Es un encuentro con la historia que sólo un gran hombre puede evitar perderse.
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