Como bien dijo el periodista y bloguero haitiano Fanel Delva: la esperanza de vida de un haitiano es de 24 horas renovables. La nueva fórmula: ¡Hasta mañana o más tarde si los bandidos nos dejan vivir!
Estos jóvenes esperan una buena vida, pero es una lástima que siempre se les abandone a su suerte. La caótica situación sigue desdibujando el futuro de estos jóvenes, que a menudo se sienten confusos ante la primera oleada de la mala gobernanza de las autoridades haitianas. Se sienten más desorientados, desmotivados e indignados por la situación. Muchos se preguntan por su futuro, por su destino. ¿Cómo pueden triunfar los jóvenes en Haití? Algunos estudiantes universitarios se ven obligados a huir del país, marchándose a la República Dominicana o a otros países en busca de una vida mejor.
Geraldine EMMANUEL, enfermera y madre de un niño de 2 años, está desolada por la actual situación socioeconómica y política del país. «Como madre, es una situación difícil de gestionar porque mi único hijo no puede quedarse conmigo en la capital. Trabajo en Puerto Príncipe, pero tengo que llevármelo a vivir con mis padres a Jérémie, para evitar que lo secuestren. Me corroe por dentro no poder cuidar de él».
La empresaria Dashca LOUIS está preocupada por la gravedad de la situación, que está repercutiendo en el funcionamiento de su empresa. «Las condiciones no son ventajosas para nadie. Especialmente cuando se trata de microempresas. Molesta tanto al pequeño personal como a la dirección. Esto es para decirte que el negocio en este momento es un reflejo del país». Y continúa: «Este sentimiento de inseguridad debilita la eficacia del equipo, pero también la flexibilidad de los clientes. Nos encontramos en una situación en la que trabajamos día a día, esperando el próximo desliz. Además, el «si peyi a pa cho» se ha convertido en nuestra principal forma de hablar».
Esta joven profesional y diplomada de la ANDC, que habló bajo condición de anonimato, se siente abrumada por el miedo cotidiano. No es inmune al fenómeno del secuestro, que arruina la economía de muchas familias y no deja de intimidar a la población e incluso a aquellos cuya misión es proteger y servir. «Me duele. Tengo miedo. Estoy frustrada. No tengo fuerzas. Ya nada tiene sentido. Ya nada me interesa». Continúa preguntando: «¿Qué futuro puedo esperar aquí? Según ella, los dirigentes dan prioridad a la electrificación sobre la educación, que es el camino hacia el desarrollo.
El secuestro es una calamidad para el pueblo haitiano. Y lo que es peor, las «autoridades» existentes parecen incapaces de responder a este fenómeno. Una situación preocupante. El abogado Ricardson Bigot denuncia sin ambages la incompetencia del Estado. «Ante la inercia o la inexistencia de un Estado capaz de frenar este problema que corroe a la sociedad, los ciudadanos no saben qué camino tomar. A veces, los rescates ascienden a medio millón de dólares estadounidenses. Los familiares se ven obligados a arruinar en un abrir y cerrar de ojos una economía construida durante veinte años, sólo para liberar a un ser querido».
«Esto está en la mente de todos en el país. Como abogado, ni siquiera puedo ir a los tribunales debido a la inseguridad. Mis clientes también tienen miedo. Además, la huelga de magistrados paraliza la actividad de los abogados», afirma Ricardson Bigot.
Para combatir el secuestro, que sigue descapitalizando a la población, las autoridades intentan tomar una serie de medidas, como crear una unidad antisecuestro y quitar la pintura de los vehículos. Algunas personas califican estas medidas de falsas. ¿Resolverán estas nuevas estrategias el problema de los secuestros?
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