La cuestión de si el próximo Papa podría ser haitiano, sobre todo con el cardenal Chibly Langlois, suscita complejos debates.
Aunque elegible, Langlois no encaja en el perfil de los «papabili», los cardenales influyentes con redes dentro de la Curia.
Su nombramiento en 2014 por el Papa Francisco fue un gesto fuerte, pero no ha establecido conexiones significativas en el Vaticano, lo que le pone en desventaja en un cónclave.
Mientras que figuras influyentes como Pietro Parolin y Matteo Zuppi están en la carrera, Langlois sigue teniendo un perfil bajo en la escena internacional.
Aunque encarna a una Iglesia centrada en los marginados, su falta de experiencia romana y su arraigo en las instituciones vaticanas limitan sus posibilidades.
La elección papal, aunque espiritual, es ante todo un asunto pragmático, donde el realismo prevalece sobre el idealismo, haciendo que su candidatura sea más simbólica que auténtica.
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