El ministro de Asuntos Exteriores de Haití, Harvel Jean-Baptiste, llamó recientemente la atención con un llamativo tuit en el que se felicitaba por la elección del Papa León XIV.
Este gesto, aunque simbólico, representa su primer registro político desde su nombramiento.
En su tuit, expresó la esperanza de que este nuevo pontificado fomente la solidaridad y la comprensión entre los pueblos, en particular frente a las cuestiones migratorias.
Sin embargo, esta valoración, calificada de «luminosa», plantea interrogantes sobre el compromiso del ministro en un contexto diplomático mundial complejo.
Los desafíos a los que se enfrenta Haití exigen reformas concretas y audaces, como las que puso en marcha su predecesor, que sentó las bases de la modernización de la diplomacia haitiana, en particular defendiendo los derechos de nuestros compatriotas en el extranjero y elevando el perfil de Haití en la escena internacional.
Hoy, mientras Jean-Baptiste parece contentarse con una gestión silenciosa, su tuit de apoyo al Papa sigue siendo la ilustración de su primer gran récord, dejando a los observadores a la espera de reformas significativas para el país.
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