En un momento en el que la inseguridad es una realidad cotidiana para el pueblo haitiano, las declaraciones de Sauveur Pierre Étienne a Louko Désir en el programa Matin Débat suenan como una señal de alarma.
Lejos de ser simplemente un problema social o político, parece que la inseguridad se ha convertido en un auténtico negocio, que genera beneficios para algunos a expensas de la mayoría.
Esta afirmación plantea muchas preguntas. ¿Cómo hemos llegado al punto en que la violencia y el miedo se han convertido en herramientas de lucro?
Las bandas armadas que proliferan en las calles no sólo actúan por necesidad, sino que a menudo cuentan con el apoyo de un sistema que se aprovecha del caos. Esto pone en tela de juicio no sólo las instituciones del Estado, sino también la responsabilidad colectiva de la sociedad haitiana.
Es crucial preguntarse quién se beneficia realmente de esta situación.
Los empresarios del miedo, a menudo invisibles, parecen prosperar en un clima de inestabilidad.
Debemos ser conscientes de esta dinámica perversa y actuar en consecuencia.
La lucha contra la inseguridad no debe ser sólo una cuestión de represión, sino también de prevención y de restablecimiento de la confianza entre el Estado y sus ciudadanos.
Es imperativo reconstruir un tejido social en el que la seguridad no sea un privilegio, sino un derecho fundamental.
Es hora de que la sociedad civil, los líderes comunitarios y el gobierno se unan para poner fin a este círculo vicioso.
Transformando la inseguridad de un negocio en una cuestión de seguridad pública, Haití puede por fin aspirar a un futuro más pacífico y próspero para todos.
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