Los ecos de los disparos que resonaron el miércoles en Turgeau no son un episodio más de violencia, sino que revelan el fracaso de un Estado.
A medida que las bandas armadas de la coalición Viv Ansanm avanzaban sobre Puerto Príncipe, el tan cacareado «presupuesto de guerra» del gobierno resultó ser una promesa hueca, incapaz de proteger escuelas, empresas o familias frente al terror.
Las calles de Turgeau, ahora sembradas de escombros de vidas abandonadas, cuentan una historia de desesperación que la retórica presupuestaria no puede borrar.
El mes pasado, el gobierno haitiano presentó su «presupuesto de guerra», destinado a recuperar el control del país. Sin embargo, con vehículos blindados patrullando las calles y brigadistas sobrecargados de trabajo, la realidad es abrumadora: ninguna cantidad de fondos puede sustituir a una estrategia eficaz.
Los ataques contra territorios clave muestran una discrepancia fatal entre las posturas políticas y el caos sobre el terreno.
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