La revelación de prácticas corruptas en el Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional (MENFP) por parte de la Unidad de Lucha contra la Corrupción (ULCC) confirma lo que muchos sospechaban: el sistema educativo haitiano está minado por una gestión calamitosa, y la ministra de entonces, Nesmy Manigat, tiene una gran responsabilidad.
El demoledor informe de la ULCC, fruto de una denuncia del Sindicato de Profesores del MENFP (SEMENFP), arroja luz sobre una red de fraude, malversación y despilfarro que está corrompiendo la institución.
Ante estas graves acusaciones, el silencio de la ministra de entonces, Nesmy Manigat, fue ensordecedor.
Peor aún, las amenazas proferidas contra los sindicalistas que se atrevieron a denunciar estos abusos revelan un intento desesperado de sofocar la verdad.
Bajo la dirección de Nesmy Manigat, el MENFP ha acumulado una serie de fracasos: repetidos retrasos en el pago a los profesores, falta de transparencia en la asignación de fondos públicos, malversación de recursos destinados a las escuelas, etc.
Estas disfunciones no eran simples errores administrativos, sino los síntomas de un sistema podrido en el que primaban los intereses personales sobre el futuro de millones de alumnos.
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La investigación de la ULCC debe ser el inicio de un proceso judicial riguroso e inflexible. Los responsables deben ser castigados, sea cual sea su rango o sus conexiones políticas.
La sociedad haitiana, y especialmente los profesores, los padres y los alumnos, merecen ministros honrados en el ámbito de la educación.
La educación es el pilar del desarrollo; negarse a castigar a quienes la saquean es un crimen contra el futuro del país.
Nesmy Manigat debe responder. Si no puede justificar su gestión, debe ir a la cárcel.
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